Columna de Miguel Ángel San Martín: Carrera mundial armamentista

Voy a asegurar que existe una carrera armamentista en el mundo. Hay intereses muy concretos detrás de todo esto y se están conjugando hechos de mucha gravedad que alientan a los países a armarse.

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Por Miguel Ángel San Martín, desde España
Actualizado el 5 de septiembre de 2025 - 11:33 am

Estados Unidos es el país con mayor poder militar / Foto: ARCHIVO

No es de recibo que conflictos bélicos importantes, con enormes pérdidas humanas y destrozos de gran volumen, no sean detenidos por el sentido humanista que debe predominar en el mundo.

Nos avergonzamos por el genocidio que se está produciendo -“en vivo y en directo”- en la Franja de Gaza. Nos duele Palestina, a la que pretenden eliminar del mapa a sangre y fuego. Y también nos duele Ucrania, que sufre una invasión rusa con el único motivo de apoderarse de territorios.

Más violencia aún

Nos avergüenza que nos olvidemos que hay otros 54 conflictos armados que se mantienen activos en el mundo, constituyendo la cifra más alta desde el término de la Segunda Guerra Mundial. Es doloroso e impresionante conocer las estadísticas de la violencia armada, tanto en conflictos entre países como en acciones en el interior de estados, afectados por los cárteles de la droga o las bandas organizadas de delincuentes.

Los que se sacan ganancia

Lo peor es que todo eso es alentado por líderes corruptos, dirigentes políticos sin escrúpulos o por empresarios de la industria bélica, ávidos de enriquecimiento personal en forma rápida. O sea, eventos encabezados, diseñados y realizados por inmorales organizaciones vinculadas al gran capital subterráneo.

Es tanta la violencia y tan generalizada, que las armas circulan abiertamente, a vista y paciencia de todos, sin que nadie sea capaz de darle un matiz moral a tales acciones.

Una reacción urgente

Escandalizado por esta situación, es que escribo estas líneas para abrir los ojos a quienes reciben y leen estos artículos, porque considero más que urgente y necesario denunciar esta escalada violenta y solicitar la movilización de la gente sensata en torno a hechos que van ahogando a los pueblos.

La gente debe defenderse de esta lacra. Debe apoyarse unos con otros y acudir en ayuda de las víctimas, con la decisión rigurosa y consecuente que se merecen. Pero, además, debemos levantarnos en contra de los responsables de tanta ignominia, exigir la adopción de medidas contundentes a los gobernantes de cada nación para aislar y combatir a quien no respeta una convivencia sana y en paz

Cifras escalofriantes

Es puro sentido común el que nos mueve ante las cifras que nos dan con respecto a lo que considero una carrera armamentista.

Según las estadísticas -actualizadas este año- y que nos entrega Global Firepower, un reconocido organismo especializado, los países que son más fuertes en armamentos, son Estados Unidos en primer lugar, seguido por Rusia, China e India. Chile figura en el puesto número 47 de este recuento.

Los únicos datos que se conocen sobre el potencial bélico de Estados Unidos, son contundentes: tiene en este momento un total de 13.209 aeronaves. Dicho número incluye un estimado de 1.854 aviones de combate, 2.648 aviones de entrenamiento, 5.737 helicópteros, 1.000 helicópteros de ataque, 695 aviones para misiones especiales y 606 aviones cisterna.

En cuanto a su potencial naval, posee un total de 472 naves. Entre éstas se encuentran alrededor de 75 buques destructores, 11 portaviones, 64 submarinos, 23 corbetas, nueve portahelicópteros, ocho buques de guerra contra minas y cinco buques de patrulla.

A su vez, las tropas terrestres estadounidenses cuentan con, aproximadamente, 4.657 tanques, 1.595 unidades de artillería autopropulsada, 1.267 unidades de artillería remolcada y 694 unidades de MLRS, o sea lanza cohetes múltiples, autopropulsados y blindados, además de cohetes convencionales.

La ley del más fuerte

Vistos estos datos, que no son secretos, comprendemos mejor el porqué en el mundo se está imponiendo la fuerza.

La máquina de matar debe estar modernizándose permanentemente. Por lo tanto, se crean laboratorios que se dedican a inventar nuevos tipos de armamentos y fábricas que los elaboren. Todo eso genera beneficios económicos potentes, descomunales.

Y ahora, nos obligan a adquirir sus productos.

Sinceramente creo que no deberíamos estar haciendo caso a las “órdenes” de los potentados. Los recursos están para solucionar los problemas de los más vulnerables. A la vez, buscar los sistemas que le darán bienestar a la población, cuestión que venimos necesitando desde hace mucho tiempo.