Columna de Leonardo Véliz: Con la soga al cuello
Nos hemos estancado por décadas, no hemos aprovechado instancias tan importantes como el haber asistido a distintos campeonatos mundiales de adultos y menores para sacar beneficios de esas experiencias. Nos inoculó la inercia, la indolencia, el desconocimiento y la envidia para progresar.

Frente al escenario del fútbol chileno, la crisis es profunda, y aplico una palabra: el problema es estructural (quizás no es entendida por el vulgo ni cierto periodismo que puede sentirse ofendido). Se ha olvidado la integridad, se ha traicionado la decencia, los honestos han desaparecido.
El rigor de enmendar las chuecuras no aparece y para qué decir la falta de profesionalismo de todos sus actores. ¿Qué debe cambiar? Primero, las políticas del ente mayor, que es la Federación de Fútbol de Chile con sus dos miembros: ANFP y ANFA.
La ANFP está en manos de los clubes profesionales y a expensas de sus variopintos presidentes de Sociedades Anónimas Deportivas. Ellos deciden qué hacer y muchos son cuestionados por sospechosas colusiones con intereses ajenos a una mejor gestión institucional.
La ANFA debe mejorar y extender sus cursos de entrenadores y árbitros. Competencias más recurrentes sobre todo en regiones, dirigentes más preparados para emprender procesos. Allí está la masa asociativa para alimentar el fútbol del alto rendimiento.
¿Qué políticas se deben cambiar? Muchas, campeonatos adecuados, velar por un espectáculo de calidad, seguridad en los estadios, terminar con la violencia, límite en la contratación de jugadores foráneos, rigurosos en contratar entrenadores con cierto currículum, destinar recursos óptimos para el desarrollo de las divisiones menores, profesionalizar esa área con cuerpos multidisciplinarios, que los jugadores sub 20 jueguen por méritos propios y no por imposición de una regla, etcétera.
Una visión
Si se destinan ingentes recursos para el desarrollo integral de las divisiones menores, estos deben ser fiscalizados para el objetivo propuesto. Este desarrollo debe ser un mandato para las SAD. El trabajo de divisiones menores es una obligación para las SAD y dejar de entregarles una mochila de plomo a los cuerpos técnicos de la ANFP.
«La inteligencia, la cultura y la educación no pueden darse en una pastilla a los 20 años» (Roffe y Rivera). Una medida efectiva para tener jugadores distintos, una importante, sería obligación que tengan cursado mínimo el cuarto medio. Nadie puede jugar en primera sin este requisito, salvo una joya que debute a los 16 años.
¿Quiénes deben liderar estas SAD?
Dirigentes alejados de intereses espurios coludidos con esta nueva casta de los representantes de jugadores (hay buenos y malos).
Estimular la visión de los objetivos que defina y concrete sus metas. Liderar sobre realidades y no sobre ideales.
¿Qué ha pasado con esta visión?
Nos hemos estancado por décadas, no hemos aprovechado (tanto los dirigentes, INAF como el Colegio de Entrenadores) instancias tan importantes como haber asistido a distintos campeonatos mundiales de adultos y menores para sacar beneficios de esas experiencias. Nos inoculó la inercia, la indolencia, el desconocimiento y la envidia para progresar.
Hoy estamos desorientados por un futuro indefinido y que está a la vuelta de la esquina.
Inflarse de orgullo
Es ardua la tarea no es fácil, deberemos apelar al tiempo que abrazan los procesos y no esperar una generación espontánea para delicia de una masa que desea sólo engullir y tragar comida rápida. Hablarle a la masa a veces descerebrada en términos técnicos o un poco más elevado, es inútil que entienda que jugar al fútbol no es fácil. Algo nos ha pasado que nos conformamos con un fútbol chatarra. No hemos aplicado innovación y mejora permanente, aspectos imprescindibles en la gestión de las organizaciones deportivas.
La ignorancia se nutre con un fertilizante destinado a la mediocridad, y ésta también se abona con el populismo, una manera barata de ganarse el reconocimiento y apoyo del populacho, de la chusma, de los gamberros, del punguerío, esta casta populachera se refleja en lo animal, lo salvaje, lo primitivo en desmedro de la racionalidad, de esa masa muchas veces descerebrada moviéndose en las dimensiones de las emociones más básicas, su «rabia» es incapaz de gestionarla hacia fines más virtuosos.
¿Es fácil jugar al fútbol? Rotundamente no, pues se debe dominar un balón con los dos pies y no con las manos. Se ve simple, pero no es simple. ¿Quién habla sobre la inteligencia corporal/cinestésica, la inteligencia espacial, la inteligencia intrapersonal, la inteligencia interpersonal y la inteligencia emocional? Nadie, sólo los entendidos. A los de la otra vereda, les interesa sólo que la pelota entre en las redes del rival para salir a la calle e inflarse de orgullo.