¿Vidal a Boca? Un reto mayor

Aparte de dinero, a estas alturas tiene dos motivaciones en su carrera: pelear títulos no solo nacionales sino que también continentales, y sentirse figura esencial donde juegue.
Por SERGIO GILBERT J.
Se cuentan con los dedos de una mano los futbolistas chilenos que alguna vez jugaron por Boca Juniors. Son cuatro. Y la mano sirve, además, para incluir a un entrenador nacional.
Vamos viendo.
El delantero Roberto Luco fue el primero. El antofagastino estuvo en Boca entre 1934 y 1936 siendo así integrante de dos planteles campeones del cuadro boquense: los de 1934 y 1935 (aunque en la nómina oficial está registrado como Lucco).
Pasarían muchos años para que llegara un segundo chileno. En 1994, siendo jugador perteneciente a Necaxa de México, el atacante Ivo Basay fue solicitado a préstamo por Boca mientras estaba de vacaciones. El DT César Luis Menotti lo pidió y el Hueso viajó a Argentina. Jugó ocho partidos e hizo cuatro goles lo que incentivó a Boca a tratar de hacerse del pase del chileno. Según ha contado Basay, él mismo fue a pedirle al presidente de Nexaca que lo dejara partir, pero la negativa fue drástica. Y tuvo razón porque tras su retorno, Basay fue pieza fundamental en los títulos que ganaron los Rayos ese año tanto a nivel local como de la Concacaf.
A mediados de 2009 llegó al cuadro xeneize el volante de la Selección Gary Medel. Conocido en Argentina como “Médel”. Desde el comienzo, el jugador cedido a préstamo por la UC se ganó el cariño de la exigente hinchada, que reconoció su guapeza (algo que en Boca se valora) y luego su trascendencia. Pese a que estuvo poco en el equipo más popular de Argentina, quedó en la historia de los Superclásicos porque en la décima fecha del Torneo Clausura 2010 anotó los dos goles con los cuales Boca venció 2-0 a River.
El último de los jugadores chilenos en Boca Juniors fue José Pedro Fuenzalida quien llegó en 2014 procedente de Colo Colo. Pese a participar en dos títulos argentinos con Boca, nunca se afianzó y regresó a Chile en 2015 para enrolarse en Universidad Católica.
El bonus track de esta acotada lista de chilenos en el equipo xeneize lo protagoniza Fernando Riera, quien es único entrenador nacional en dirigir a Boca. Fue en la temporada 1971-72 donde el hizo una regular campaña.
VIDAL, ¿EL SIGUIENTE?
Como está dicho, Boca Junios no ha sido tierra fértil para los chilenos, pero ahora la historia puede cambiar luego de que el vicepresidente del equipo, Juan Román Riquelme, reconociera que les gustaría contar con el jugador formado en Colo Colo a partir de esa temporada, luego de que Arturo Vidal se desvinculara de Inter de Milán.
“Vidal nació para jugar en este club” dijo Riquelme también incluyendo en esa lista de “sueños” a los delanteros uruguayos Edinson Cavani (ex Manchester United) y Luis Suárez (ex Atlético Madrid).
Pero el propio Riquelme puso “paños fríos” a la posibilidad de contar con alguno de ellos en vista de los sueldos que ellos recibieron en su última etapa europea.
¿Entonces se trata de un volador de luces y Arturo Vidal es una quimera para Boca?
Ni tanto.
Vidal, aparte de dinero, a estas alturas tiene dos motivaciones en su carrera: pelear títulos no solo nacionales sino que también continentales, y sentirse figura esencial donde juegue.
¿Puede apostar a eso en el Boca de hoy?
Sí y no.
El equipo xeneize busca ídolos que logren identificarse con la hinchada y Vidal está pintado para convertirse en uno porque es un jugador aguerrido, que lo da todo en cada pelota. Tiene el ADN boquense.
Pero las urgencias pueden ser perjudiciales. El equipo de hoy dirigido por el inestable e irregular DT Sebastián Battaglia, necesita de inmediato no sólo ganar, sino que también erigirse como un digno rival del River Plate del Marcelo Gallardo, que hoy le saca muchos cuerpos de ventaja en cuanto a calidad y logros.
Vidal no llegaría sólo como uno más. Sería el líder, el jugador diferente. El emblema.
Una apuesta alta a estas alturas de su carrera.
Pero el chileno tiene con qué doblarle el destino a una historia pálida en Boca…