Patricio Wang: “Siempre ha sido mi deseo llevar mi música a Chile”

Por estos días, el compositor y multiinstrumentista Patricio Wang —integrante de los históricos conjuntos Amankay y Quilapayún en Europa— regresa a Chile para presentar junto a diversas agrupaciones una serie de obras de su autoría, en una gira que recorre Osorno, Valparaíso y otras ciudades, y que busca tender puentes entre sus dos universos culturales: el chileno y el holandés.

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Por El Ágora
Actualizado el 13 de octubre de 2025 - 11:45 am

Wang (derecha) durante una presentación de Quilapayún en España / Foto: ARCHIVO

La luz entra generosa en la residencia europea de Patricio Wang. Dentro de unos minutos tomará rumbo a Chile, donde lo esperan tres meses de conciertos y reencuentros.

Antes de partir, el músico y compositor accede con calidez a una videollamada con El Ágora, en la que comparte los detalles de sus diversas creaciones y de la gira que comenzará este 17 de octubre en Osorno junto a Winanda van Vliet & Orquesta de las Américas.

Patricio Wang en una imagen actual / Foto: GENTILEZA

Puente entre dos mundos musicales

—¿Cuál es la principal motivación para traer estas obras a Chile este 2025?

“Desde hace muchos años he querido presentar en Chile obras que nunca se han interpretado, como ‘Dialecto de pájaros’. Muchos músicos que siguieron mi trabajo con Quilapayún en los años ochenta me pedían montarlas, pero son piezas complejas: requieren tres percusionistas y un pianista adicional, algo difícil para la infraestructura del grupo.

Siempre ha sido mi deseo llevar mi música a Chile. Lo hago desde que pude volver a participar en festivales, después de años con el ingreso prohibido al país. Con apoyo del CNCA, he estrenado obras como el ‘Ciclo Mistraliano’, con textos de Gabriela Mistral. En el fondo, todo ha sido construir un puente entre mis dos culturas: la chilena y la holandesa.

Llevar estas cuatro obras ha sido una tarea compleja, porque cada una involucra diferentes conjuntos y músicos. Pero aprovecho el vínculo con la Orquesta Marga Marga y artistas de Valparaíso, con quienes mantengo una colaboración continua desde hace años.

Esta gira contempla tres conciertos principales: en el Teatro Municipal de Osorno, invitados por el Seminario de Música Latinoamericana, en el Congreso de Valparaíso —donde estrenaremos el ‘Ciclo Mistraliano’— y en diciembre con la Orquesta Marga Marga, donde se interpretará ‘Oficio de Tinieblas por Galileo Galilei’ y ‘Dialecto de pájaros’.

A partir de esos compromisos se planificó la gira previamente, sumando luego otros conciertos que le dieron sentido a una estadía más prolongada en Chile. Como la presentación de ‘Canciones Salvajes’ también en la ciudad puerto, otro en Santiago y algunos que igualmente están por concretarse”.

La palabra como territorio sonoro

—En tu obra hay una relación muy profunda con la literatura. ¿Cómo se da ese vínculo con autores como Mistral, Neruda, Huidobro o García Lorca?

“Trabajar con textos literarios es más complejo, pero también más enriquecedor. Desde joven me marcaron esos autores. Recuerdo que a los doce años leía westerns baratos que vendían en los Juegos Diana, hasta que descubrí los ‘Poemas árticos’ de Huidobro. Fue una revelación.

Neruda, por otro lado, es una figura omnipresente. Lo aprendemos de memoria en el colegio, pero a veces se vuelve tan grande que uno deja de verlo. Por eso quise dialogar con él en mis ‘Canciones salvajes’, usando poemas menos conocidos, para crear un retrato más personal del poeta.

Con García Lorca pasó algo similar: hice una ópera a capella basada en su ‘Tragicomedia de Don Cristóbal y la Seña Rosita’, una obra de marionetas, que montamos en Ámsterdam. Me interesa entrar en el mundo de esos grandes autores, apropiarlo y hacerlo parte del mío”.

El afiche del primer concierto en Osorno / Foto: GENTILEZA

El reencuentro con el público chileno

—¿Cómo percibes la evolución del público chileno a lo largo de tus visitas?

“Siempre es emocionante enfrentarse a públicos distintos. La primera vez que volví fue en 1988, con Quilapayún, durante la gran manifestación del NO. La gente recordaba las canciones emblemáticas del grupo, pero ignoraba una parte importante de nuestro trabajo posterior al exilio.

Recuerdo cuando interpretamos un fragmento de ‘Dialecto de pájaros’ en ese primer concierto; nadie sabía cómo iba a reaccionar el público. Y fue una experiencia positiva: el público chileno busca identificarse con sus artistas, pero también tiene la necesidad de descubrir cosas nuevas.

A veces se piensa que el público sólo quiere nostalgia, pero yo creo que también agradece el desafío. Obras como ‘Oficio de Tinieblas por Galileo Galilei’ se han vuelto formativas: hoy jóvenes músicos me envían sus transcripciones para que las revise, y eso me emociona. Es bonito ver cómo una obra se inscribe en la historia de otros.

Cuando la música popular y docta se dan la mano

—Has trabajado tanto con música popular como con música docta. ¿Cómo conviven esos mundos?

“De una manera muy natural. Desde adolescente toqué en bandas de rock y pop; escuchaba a los Beatles y a Frank Zappa, antes de entrar al conservatorio y estudiar a Luciano Berio (compositor italiano) o Karlheinz Stockhausen (compositor alemán). Cuando descubrí la Nueva Canción Chilena, entendí que podía convivir todo: lo popular y lo académico, lo europeo y lo latinoamericano.

Por eso nunca me gustó encasillarme. Puedo componer un vals, una ópera o una pieza contemporánea. También escribí música para cine y trabajé con la coreógrafa Krisztina de Châtel en Holanda. Mi vida artística siempre ha sido diversa.

Mis héroes van desde Bach, que es un dios, hasta Stravinski, Berio y Morricone. Y en lo latinoamericano, Luis Advis y Sergio Ortega, a quienes dediqué ‘Canciones Salvajes’. Toda esa mezcla de influencias está presente en mis obras.

No me interesa analizar mi música; eso es tarea de los musicólogos. Mi objetivo es componer, dejar el material disponible para el público. Por eso escribí ‘Música en exilio’, un libro autobiográfico donde relato esa diversidad: mis inicios, mis estudios, mi paso por el conservatorio, el exilio y la vida artística en Holanda. En el fondo, es la historia de cómo esas dos culturas se entrelazan en mi música”.