Columna de Leonardo Véliz: La memoria nuestra de cada día
Aníbal Mosa prometió con su escudería un automóvil de Fórmula Uno. Con un equipo estelar rompería récords, llenaría el circuito… Y su cómplice, Arturo Vidal, se puso el overol, los guantes y el casco para respaldarlo.

Somos un país de extremos, desde Arica a Magallanes, del desierto calcinante a las gélidas pampas patagónicas, de terremotos brutales a incendios forestales. No tenemos término medio. En política, un sector recuerda a Augusto Pinochet y otros a Salvador Allende. Y no les quepa duda de que eso será por los siglos de los siglos. No se vislumbra un entendimiento nacional ni la anhelada paz.
En el fútbol, por el contrario, somos desmemoriados y nos ataca bruscamente el alzheimer para recordar la historia, sus protagonistas y, sobre todo, las declaraciones y promesas de emblemáticos jugadores y dirigentes. Si revisamos los archivos de las Sociedades Anónimas Deportivas, puntualmente Blanco y Negro, en su inicio como concesionaria, prometieron el oro y el moro.
Un estadio al nivel del Real Madrid (poco menos), un trato afectuoso a la masa asociativa con sectores para que el día del partido fuese una verdadera fiesta. Además de sala de cine, espacios recreativos para niños, restaurantes, asientos numerados con respaldo, iluminación de alta calidad… Estacionamientos para autos, seguridad garantizada y un equipo estelar para pelear todos los campeonatos, llámese torneo nacional y toda copa inventada estos últimos tiempos.
El no de Mirko
En 2005 reincorporaron a Mirko Jozic, para mí, el único inmortal como leyenda… Aunque siendo estrictos con esta aseveración, nadie lo sería, pues nadie puede escapar de la muerte. Ese proyecto de un Colo Colo 2.0, salvando la quiebra, los propios dirigentes lo abortaron. No cumplieron sus cacareadas promesas y Mirko tomó sus maletas y regresó a Croacia para no volver.
Pudo regresar para este centenario 2025 y homenajearlo, pero la historia revelará en algún momento el porqué de su ausencia a estos actos conmemorativos. Él deseaba estar junto al pueblo chileno. Nunca se pierde la esperanza de tenerlo en el corazón de los hinchas de Colo Colo. Démosle tiempo al tiempo.
Pero el Cacique no duerme tranquilo. Desde hace algún tiempo, lo hace con un ojo abierto. Sabe que al interior de la tribu existen enemigos. Esta aseveración objetiva está basada en hechos y evidencias.
Su actual presidente, Aníbal Mosa, prometió con su escudería un automóvil de Fórmula Uno. Con un equipo estelar rompería récords, llenaría el circuito, y su cómplice, Arturo Vidal, se puso el overol, los guantes y el casco. Declaró que ganarían la Copa Libertadores, proclamó a los cuatro vientos que pondría al equipo entre los tres más importantes de Sudamérica. Y afirmó que era la selección chilena con la camiseta blanca. Apliquen la memoria.
¿Falta cilindrada?
Hoy, bajo la irrestricta verdad, nada de eso se ha cumplido, salvo el hecho de haber salido campeones en 2024, estrechamente ligados a Universidad de Chile soplándole la nuca. La Copa Libertadores pasada fueron eliminados en octavos de final, nada meritorio para las expectativas enunciadas. En la Copa Chile, fueron eliminados por Magallanes.
Con la plantilla de 2025, la afición se frotaba las manos: los goles llegarían para la diversión del Monumental. Nada de eso ha sucedido. En la Copa Chile, ni a Deportes Limache (recién ascendido) se le pudo ganar (empate 2-2 como local). Contra Santiago Wanderers (Ascenso), también como local, empate a cero. Visitó a San Felipe y ganó 1-0. Por el campeonato nacional, Colo Colo como local perdió contra O’Higgins 1-0. De visita perdió contra Huachipato 2-1. Empató contra Palestino de local 1-1.
En la Copa Libertadores, de visita empató con Bucaramanga 3-3. De local, contra Fortaleza, se suspendió el partido cuando estaba 0-0. Y enfrentando a Racing en casa, empató 1-1. A simple vista, el automóvil de Fórmula 1 de la escudería de Aníbal Mosa no anda. Aún está en rodaje, justifican los jugadores, el cuerpo técnico y su presidente.
A primera vista, en el bólido sólo destaca su publicidad y no su cilindrada.