Columna de Leonardo Véliz: Ilusiones que matan

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Por Leonardo Véliz
Actualizado el 19 de julio de 2023 - 2:13 pm

Desde que Colo Colo se convirtió en Sociedad Anónima Deportiva -Blanco y Negro-, sus dirigentes accionistas nos prometieron que viviríamos una película en colores. Se dijo en todos los tonos que seríamos protagonistas de un Club 2.0., que tendríamos un hermoso estadio Monumental estándar FIFA, con restaurantes, juegos infantiles, cine, un área de formación de jugadores, y un plantel potente para ganar todas las copas que se atravesaran en el camino.

Por LEONARDO VELIZ / Foto: AGENCIAUNO

Muy poco de esas promesas se han cumplido. Acudiendo a la memoria, el Monumental sólo se ha maquillado, los restaurantes brillan por su ausencia, los espacios familiares aún esperan, ¿un cine? ni pensarlo, la formación de jugadores ha sido de dulce y de agraz, los jóvenes se quieren ir de buenas a primera a ganar dinero al viejo mundo prometido por sus representantes y, potenciar el equipo cada año: se ve a las claras que las contrataciones han defraudado más que entusiasmado.

Desde 2006, que se perdió la Copa Sudamericana contra Pachuca, que el Cacique ha ido de tumbo en tumbo. En 2007, en octavos de final, cayó contra Millonarios en Colombia. Luego tachados por Universitario de Sucre. En 2013 eliminados por Deportivo Pasto en segunda fase. Universidad Católica de Ecuador borra por penales al “albo”. Y para qué recordar la eliminación de Inter de Porto Alegre por goleada de 4-1. Y ahora, en este 2023, el equipo de Quinteros cae por un contundente 5-1 ante el colista del Brasilerao. 

Eliminados por equipos de segunda categoría salvo una que otra excepción. Y sin detallar, las participaciones en Copa Libertadores que abre más las heridas de los sufridos hinchas colocolinos. 

Pienso que su camiseta debe cambiarse por un pijama, atuendo que sólo sirve en casa para desayunar con la Copa Chile o el torneo nacional.

Se dice que el DT Quinteros paró a la defensa con cinco hombres y lo que vi en la cancha fue una línea de tres donde Wiemberg -en un experimento más- salía apresurado y a destiempo a cubrir las espaldas de Bouzat. Y por el otro costado, Falcón hacía lo mismo detrás de Opazo. 

Hubo descoordinaciones evidentes que provocaron la debacle en esos 24 minutos del primer tiempo, donde de Paul recogía tres veces el balón del fondo del arco. Esa línea nominal de cinco nunca funcionó como el DT lo estipuló. 

Haciendo corto el cuento, ni Gil, Pávez ni Fuentes, -se suponía con la ayuda de Opazo y Bauzat- pudieron equilibrar la superioridad de los hábiles mediocampistas del América Mineiro, y arriba llorando una orfandad patética Palacios y Pizarro. 45 minutos de miedo, la avalancha se veía venir contra el portero albo. 

Ya 3-0, era intratable el equipo brasileño, que despilfarró otras tres ocasiones más. Colo Colo ni magullaba la epidermis de los locales. La evidencia de los hechos ameritaba un cambio en la defensa de Colo Colo, volver a línea de cuatro. Como lo hizo en el segundo tiempo. 

Hubo otra actitud, pero fue solamente un veranito de San Juan. El rival bajó el ritmo, concedió terreno y los albos se instalaron en campo enemigo, pero sin municiones. 

Con esa línea de tres, Quinteros pensó que podían ser los Tres Reyes Magos y regalarnos la clasificación. Tardó en darse cuenta que fueron los Tres Chiflados, como esas películas en blanco y negro. 

¿Culpables? Todos los jugadores, no se salva nadie, quizás el portero de Paul que evitó una goleada descomunal. Otra decepción más de los albos. 

A enarbolar lienzos y banderas que ya están desgastadas de flamear con vientos de Macul, porque afuera, como en la Luna, permanecen tiesas.