Columna de Leonardo Véliz: Carta para el Día del Padre

En este Día del Padre te escribiré algunos consejos y preocupaciones propios de tu progenitor. Te diré con cariño, Arturito. Sí, como te nombraba cuando eras un niño con tu cara feliz e incluso con algunos mocos colgando detrás de una pelota…

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Por Leonardo Véliz
Actualizado el 13 de junio de 2025 - 9:05 pm

El recordado Leonardo "Pollo" Véliz le escribe a Arturo Vidal / Foto: ARCHIVO

En este Día del Padre te escribiré algunos consejos y preocupaciones propios de tu progenitor. Te diré con cariño, Arturito. Sí, como te nombraba cuando eras un niño con tu cara feliz e incluso con algunos mocos colgando detrás de una pelota.

Recuerda nuestros sacrificios -incluyo a tu madre- de educarte a la medida de nuestras posibilidades. Una familia de esfuerzo, clase baja, viviendo en un entorno malsano de muchas tentaciones que amenazaban nuestras buenas intenciones. Pude equivocarme en soltarte las riendas a temprana edad y te fuiste desviando. Pero el ojo de tu madre te contuvo y le fue ganando a la maldad.

El entorno del barrio -mientras jugabas fútbol- se fue mimetizando en tus equivocados preceptos del significado de la buena amistad. Aparecieron los amigotes con sus decadentes ofrecimientos, sobre todo el alcohol. Algo hizo clip en tu mente, que por ese lado no señalaba tu futuro. Fuiste a Colo Colo a cumplir tus sueños de ser un futbolista.

No faltaron los consejos atinados y el apoyo de una formación deficiente. Debes recordar y todos agradecemos, como Gonzalo Boffil -dueño de Carozzi e hincha acérrimo del Cacique- desde Reñaca te enviaba a casa cajas de fideos y alimentos complementarios, que son una fuente de carbohidratos complejos y proporcionan energía para el cuerpo.

Te fuiste desarrollando con un cuerpo rico en calorías, proteínas, grasas, carbohidratos, fibra. Ese fue tu capital, tu cuerpo para destacar en el fútbol, tus energías eran el talento físico y no otro. Habilidades como “Chamaco” Valdés, el “Nino” Landa o Mario Moreno te faltaban. Incluso las de Raúl Sánchez o Elías Figueroa.

Zar de Rusia

Abandonaste Sudamérica para recalar en Alemania, al Bayer Leverkusen, luego la Juventus para luego regresar al Bayer Münich. Esa fue tu mejor época, pues allí vivenciaste el verdadero profesionalismo. Aunque, por lo que me comentaron algunos periodistas, tus juergas y fiestas con amigos de La Legua eran de todos conocidos.

También debes recordar que tu primo, profesor de la Universidad del Desarrollo, te regaló libros de historia de Chile. Él sabía que el alemán es un idioma difícil de entender y, con mayor razón, de aprender. Seguramente aún deben estar embalados en algún rincón de la casa. Sé que aprender otras cosas para culturizarte no es lo tuyo.

Te fuiste transformando. Tu aspecto “mohicanesco” embadurnado de tatuajes, crearon un personaje. Y un descriteriado periodista de baja monta te bautizó como “Rey Arturo”. Si te hubiésemos bautizado como Pedro, alguien te habría apodado “Pedro el Grande”, el zar de Rusia.

Son los tiempos de crear a personas en “animales económicos”, según Peter Drucker, pensador y filósofo de la gerencia. Y tú fuiste el elegido para que este personaje monárquico se lo tragara todo Chile, incluida la prensa “especializada” en intereses comerciales. Lo peor hijo, es que te creíste el cuento.

Temeridad sin límites

Cómo no, si regresaste a Chile -sin desconocer que ya ibas en decadencia- y desde un helicóptero te bajaron en el Monumental, te subieron a un caballo y te colocaron una capa ante un estadio repleto de adeptos albos. Hijo, hasta a mí me dio vergüenza. Ya éramos parte del club de los bananeros.

Se habla mucho de tus enfermedades, como la ludopatía, el alcoholismo. Señales hay, la prensa especializada lo sabe, pero calla, no se debe empobrecer el producto. No hablaré de tu soberbia, tu falta de humildad, las promesas incumplidas, las ofensas gratuitas hacia los rivales, etcétera.

Tu estilo es parte de la convocatoria de que para ganar hay que correr, solamente correr en un deporte donde se juega con un balón. Y allí se necesita destreza, habilidad, inventiva, creación para dominar ese implemento con los pies. Aspectos del que tu ADN carece. Te vanaglorian por tu brutalidad, ímpetu, temeridad sin medir las consecuencias.

Jaque mate

Para mí no has sido un rey: has sido un peón más en este tablero de ajedrez. Te convirtieron, hijo, en una máquina destructora, una mercancía rutilante propia de nuestra época en la que se resalta la fealdad del mercantilismo, la ignorancia de un juego estratégico, y donde la belleza se patea, se rechaza. Eres parte de un dopaje social, donde los más perjudicados son los niños que siguen a los “ídolos del fútbol” hasta en sus mínimos gestos.

Quisiste ser “distinguido”, un tipo sobre un coro desarticulado, desafinado y empobrecido. Y para qué hablar de un liderazgo consciente. Te faltan -como dicen en redes sociales- palos p’al puente. Perdona la franqueza.

Hoy, resumiendo, la masa pide que te vayas ahora. ¡Y ya! De la selección de Chile y de Colo Colo. Lo que nace, vive y muere irremediablemente.

La codicia periodística y patrocinadora ya encontrará otro ejemplar.

Arturo, ya eres un adulto y me doy la licencia de hablarte un poco duro.

Se avizora un jaque mate.