Columna de José Antonio Lizana: Un minuto de silencio

Esta caída libre del fútbol chileno, seguirá trayendo consecuencias catastróficas. El gol empezó a desaparecer más o menos desde 2017, cuando en la Copa Confederaciones, no hubo gol chileno ni en la semifinal y final y luego, esto se agravó en las siguientes tres clasificatorias, a estas alturas, eliminatorias.

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Por José Antonio Lizana
Actualizado el 11 de junio de 2025 - 4:39 pm

El operador político Pablo Milad se equivocó al sostener a Gareca hasta el final / Foto: ARCHIVO

Ayer fuimos testigos de la muerte del fútbol chileno. Lo sepultó un político de derecha, -nunca más un político en este cargo- que llegó a la testera de la ANFP hace cinco años y que lo condujo a este terminal estado.

Claro, si tras la eliminación del Mundial de Qatar, con el improvisado proceso de Martín Lasarte y otras irregularidades, Pablo Milad debió tomar sus maletas e irse. Pero, el militante de Evopoli siguió haciendo de las suyas y le entregó la Selección a Eduardo Berizzo, por su cercanía con Marcelo Bielsa, pero no atendió que el «Toto», venía de una campaña paupérrima con Paraguay, que acá también repitió. Su fútbol fue abúlico y no llegó a la quinta fecha.

Después, vino el relajo de Pablo Milad con la búsqueda del nuevo entrenador, porque se dio varias vueltas de carnero, mientras el Nico Córdova como interino seguía perdiendo puntos.

Un tigre sin rayas

Finalmente, llegó Ricardo Gareca, que contaba con la aprobación del medio -me incluyo- por su exitoso paso por la selección de Perú. Los que hoy son generales después de la batalla, a su llegada, no mencionaron que esta versión del «Tigre», era distinta a la que conocíamos, pero hoy sí lo dicen. No vale.

Por lo mismo, los tres primeros amistosos ante Albania, Francia y Paraguay, con dos triunfos y una derrota ante los galos, parecían una gran carta de presentación de Ricardo Gareca. Necesitábamos al entrenador que despidiera dignamente a la Generación Dorada y le diera impulso a la camada emergente.

La Copa América 2024 iba a medir las fortalezas y debilidades de la nueva Roja, pero los dudosos cobros arbitrales que sufrió Chile, provocaron algo en Gareca, no sé qué, pero a partir de ahí, cambió su carácter, semblante y actitud. Además, su testarudez y errores tácticos, nublaron a la ofensiva nacional, que se quedó sin marcar goles en este torneo.

Cuesta abajo en la rodada

De ahí para adelante, vino la debacle total, con derrotas ante los poderosos, como Argentina, Brasil y Colombia, pero también con los que habitualmente se les gana, como Bolivia de local. Esa derrota fue clave y en ese momento debió salir Ricardo Gareca.

Pero nada de eso ocurrió, porque su jefe le daba unos permisos con extensión para ir a visitar a su familia a Argentina. Desde el otro lado de la cordillera, hacia teletrabajo.

En todo este tiempo el «Tigre» fue un turista, que no se dio el trabajo de ir a la cancha a ver jugadores. Tampoco se daba la molestia de realizar prácticas intensas en Juan Pinto Durán, es decir que en su paso por Chile ni se le desordenó su exótica melena. Lo peor es que no dejó nada.

La porfía de Milad

Asimismo, Milad lo justificó y sostuvo hasta casi el final de las Clasificatorias con excusas absurdas, casi como un propósito de devastar totalmente a nuestro balompié, porque al parecer no le bastó con estancar al fútbol joven, había que destruir todo.

Señoras y señores, ha muerto definitivamente el fútbol chileno, esto fue producto de la intervención de un operador político. Nunca más un político en el fútbol.

Un minuto de silencio.