Columna de Miguel Ángel San Martín: ¿De qué paz estamos hablando?
Mientras el mundo sigue inquieto y expectante, uno comienza a meditar sobre las consecuencias de lo ocurrido en Gaza. En vidas humanas, inadmisible. En destrucción de edificios, viviendas y empresas, prácticamente inconmensurable.

Considero necesario advertir que, por razones operativas, escribo este articulo un día antes de su publicación. Lo cual significa que me encuentro envuelto en la enorme marea de comentarios, despachos de último minuto, informaciones variadas sobre lo que se da en llamar la “aceptación del primer paso del proceso de paz para Gaza”
O sea, hay mucha información suelta verdadera y otra evidentemente manipuladora para orientar interesadamente lo que se vive en la devastada franja de Gaza y en lo que queda del pueblo palestino.
Pese a ello, considero oportuno y necesario hablar de este proceso que se va construyendo sobre la sangre de miles de personas asesinadas por la metralla, de sus orígenes y consecuencias.
Del papel que han jugado unos y otros, del oportunismo de algunos que hacen negocio con la guerra, del sacrificio de muchos y de la deshonra de otros tantos.
Un comienzo extraño
Francamente, pienso que todo comenzó de una manera brutal y extraña. Brutal, por la matanza indiscriminada y sin mayor sentido de las brigadas Al-Qassam, de Hamas, que lanzaron el 7 de octubre del 2023 la llamada “Operación Tifón de Aqsa” en la Franja de Gaza, causando más de 1.200 muertes entre los soldados y colonos israelíes, así como de asistentes a un concierto de rock cerca de la frontera con Gaza.
Y capturaron, además, más de 200 rehenes israelíes.
También la considero extraña, porque una acción de este tipo debe contener no sólo una motivación, sino un resultado acorde con la intencionalidad.
Pero, los resultados que hemos vivido con horror -cerca de 70 mil muertos, entre ellos 20 mil niños, la región destrozada, devastada, y miles de gazatíes deambulando de un lado para otro padeciendo muerte por metralla y por hambre-, no justifica una acción que al final es considerada simplemente como “terrorista”.
Espadas de hierro
La respuesta no se hizo esperar. El gobierno israelí declaró oficialmente la guerra el 8 de octubre y lanzó la denominada “Guerra de las Espadas de Hierro”, con el objetivo declarado de destruir no sólo a Hamás, sino también imponiendo un bloqueo total en la Franja con claras intenciones de anexársela, a la vez que desarrollaba el criminal proceso de la eliminación física de todos sus habitantes.
Adujo, entonces, estar en el derecho a defenderse. Pero ante el tamaño y la brutalidad de su acción fue considerada de inmediato por la comunidad internacional como “desproporcionada” y le exigió detenerla, cuestión que no hizo hasta ahora, dos años después.
El personaje ignorado
Parece que, por fin, estamos llegando al momento crucial de aceptar o no un proceso de paz presentado por Donald Trump, presidente de los Estados Unidos y por Benjamin Netayahu, primer ministro de Israel, como si fuera un documento preparado por ellos, cuando la verdad es que ha sido elaborado por el ex primer ministro del Reino Unido, Tony Blair.
El británico nunca ha dejado de analizar e intervenir en la situación del Oriente Medio. Ahora, puede convertirse en el primer líder de la autoridad internacional que se haría cargo de la franja de Gaza durante la transición hacia una paz duradera. Debería elegir a quienes le acompañarían en esta gestión internacional, durante los años que dure.
Se comenta que el primer paso dado por los técnicos negociadores de la paz en Egipto, ante representantes de Estados Unidos, Qatar y del propio país anfitrión, o sea el alto el fuego inmediato, el retiro de las tropas israelíes de ocupación y el intercambio de rehenes, estaría en marcha.
La cuestión de la desmilitarización de la Franja de Gaza y de la entrega de la administración general por parte de Hamás a un cuerpo colegiado internacional, también se estaría gestando.
Trágicas consecuencias
Mientras el mundo sigue inquieto y expectante, uno comienza a meditar sobre las consecuencias de lo ocurrido. En vidas humanas, inadmisible. En destrucción de edificios, viviendas y empresas, prácticamente inconmensurable.
Y hay que tener en cuenta algo muy importante, que es que el conflicto se expandió desde Palestina hasta enfrentamientos regionales abiertos, incluidos ataques directos entre Israel e Irán. Y no olvidar que Estados Unidos pasó del apoyo indirecto a una intervención militar limitada y a iniciativas políticas directas para la gobernanza de la posguerra.
Y también ha tenido consecuencias mundiales, puesto que desencadenó una crisis energética mundial, impulsando los precios del petróleo a máximos históricos y perturbando el transporte marítimo internacional. Finalmente, de una guerra formal como conocíamos, pasamos ahora a las acusaciones de genocidio.
Entonces llegamos a la pregunta final… ¿De qué paz estamos hablando?